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Anxiety
¿Cómo entiendo la psicoterapia?

Mi querido amigo y maestro Juanjo Albert se preguntaba así: ¿cómo es que la vida, que es esencialmente buena, es bienestar y relajación, la convertimos en todo lo contrario?

 

Resulta inevitable en al adaptación a esta vida quedar dañado en nuestra capacidad de amor a la misma, a nosotros y a los otros. Crecer, para todos, implica quedar herido en la sensibilidad de ser afectados. La adaptación a esta vida nos golpea en nuestra espontaneidad tan rica y en nuestra creatividad tan connatural, llevando en muchas ocasiones a desarrollar cuadros clínicos graves o síntomas aislados que nos pueden indicar el camino de salida.

 

Nadie queda exento de ser dañado y unos quedan más que otros, pero ésta, entiendo, es la realidad del ser humano; la de estar obstaculizado en la tendencia a la satisfacción y al bienestar y la terapia es una forma de desbloquear y lidiar con los obstáculos en nuestro camino.

 

Nuestras experiencias y vínculos tempranos marcan hitos en estas dificultades, así como los hechos de nuestra historia que pueden reforzarlos o desatarlos un poco, dando la oportunidad de desenredarlos.

 

La vida no es inamovible y nos permite tener la oportunidad de resignificar nuestra historia y poder ordenar dentro de nosotros lo que estaba desordenado. Porque el ser humano tiene una predisposición innata hacia la autorealización y esa es la fuerza con la que contamos y de la que podemos disponer para recuperar la energía perdida.

 

La psicoterapia así abre la posibilidad a revivir y resignificar de alguna manera la historia que nos ha trabado. Nos permite desplegar herramientas que nos facilitan el camino, transparentando más nuestra verdad que se ha ido velando. Es un despertar, un dar voz y un dar espacio suficiente a esas experiencias veladas que están grabadas en nuestro cuerpo, haciendo de metáfora en nuestros síntomas y distintas formas de sufrir.

 

Despertamos a través de la palabra y la reconstrucción de nuestro discurso, dejando lugar a las emociones y sensaciones que no tuvieron lugar, a las palabras que tampoco lo tuvieron, así como a los actos o posturas que necesitábamos tomar en aquellos momentos que no pudimos o supimos hacerlo y que se repiten en nuestras pautas actuales, de alguna manera.

 

El ser humano siempre entraña herida pero también el misterio de desvelarla y otear un poco más allá de lo que venimos viendo. La vida nos deja también la oportunidad de reconocerla más profunda y hondamente y este es el camino que podemos decidir cabalgar.

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