Alicante, España
PSICOTERAPIA
, un camino
La
que implica un compromiso libre, tierno, fuerte y decisivo con uno
mismo para ahondar en las heridas y verdades que tenemos ensombrecidas y que nos dificultaron en algún momento amar,
AMARNOS Y CONFIAR EN ESTA VIDA
Sobre mi
Lo que llevo aprendido en mi historia se lo debo a todos los pacientes que he podido acompañar en estos más de veinte años de profesión, así como a mis propias heridas y mi trabajo con las mismas, que me han permitido poder ver más compasivamente tanto a mí como a las personas que acompaño, acercándome cada vez más al valor que tenemos en esta vida que nos ha sido regalada y el sentido amoroso que tenemos en ella.
Mi aventura en el ámbito de la psicoterapia viene marcada por un interés natural hacia las personas. Este interés y amor a las mismas siempre lo he entendido como algo que me fue dado y al que decidí darle el espacio necesario en mi vida y caminarlo. Es de las mayores gratitudes que tengo, mi propio trabajo. Es una labor que me permite seguir creciendo en mi capacidad de amar y poder dar lo que voy recibiendo. A mi no se me ocurre un mejor modo de vivir que acompañando a personas hacia una conciencia mayor sobre ellas y a la vez sobre mí misma.
Desde una época muy temprana en mi vida me asaltaban preguntas existenciales, mis circunstancias vitales a nivel emocional no fueron fáciles, lo cual agradezco, porque desde ahí pude desenredar lo enredado y ese mismo camino me dio impulso y sentido para vivir con más fuerza.
Comencé mis estudios de psicología en Murcia, mi ciudad natal, para acabar la especialidad en Pamplona, en la cual complementé también con otros estudios. Mi entrada en la universidad fue un alivio importante para mí, ya que me permitió comenzar por fin a estudiar lo que realmente me apasionaba y fui feliz. Durante estos estudios de carrera iba formándome paralelamente en orientación familiar, el tema de la familia sentía muy claro que era la brújula por la que andar para ahondar en las personas. Al acabar la carrera me aventuré a investigar desde la perspectiva filosófica y antropológica a la familia y los modelos que estaban despertando en nuestro contexto sociocultural, volviendo a la universidad de Murcia para hacer mi tesis doctoral. A la vez me iba formando en terapia familiar y en otras líneas de psicoterapia que estimé necesarias en esos momentos, compartiéndolo con mi trabajo laboral, en un equilibrio que a esa edad podía conseguir bien acompañada de mis pasiones por ello.
Fueron doce años trabajando en una institución de salud mental lo que me permitió conocer con profundidad el sufrimiento humano y la posibilidad de crear libremente con mis compañeros un contexto humanizador para que esas personas dolientes pudieran transitar sus estados lo más dignamente posible, abriendo senderos para ver más allá de sus síntomas y encarar con honestidad tanto el sufrimiento que generaba la enfermedad mental, como sus vidas tan valiosas. Fue un camino hermoso, en el que pude crecer con personas brillantes en su calidad humana y que, gracias a la confianza de la dirección, pudimos inventar un espacio para crecer relacionalmente. Fueron años de mucha creatividad, de verdadera hondura y de una suerte de posibilidad para conocer multitud de problemáticas psíquicas que en otro lugar no lo hubiera tenido. Fueron años también en los que dí cuenta del potencial de la psicoterapia de grupo y de la riqueza de trabajar en equipo, mirando a nuestros pacientes a través de nosotros, de un grupo de profesionales que siempre estaban construyéndose.
Durante esos años y los siguientes, me resultaba coherente e inevitable seguir trabajándome y formándome en más modelos de psicoterapia, los cuales entendía que eran mucho más que puras herramientas o técnicas para poner en juego en mi profesión, porque lo que me permitían verdaderamente era poder reconocerme con más profundidad y con más amplitud, algo que sigo sintiendo que es el verdadero valor para los que somos terapeutas y estamos en constante aprendizaje de nosotros mismos.
Ocho años trabajando con mi querido equipo del IPETG de Alicante fue otra suerte en mi historia. La contribución de todos ellos al peso, al valor y al amor que siento por la psicoterapia es muy claro para mí y me sentiré siempre agradecida. Allí seguí agrandando mis pasiones y proyectos y, en la actualidad, sigo andando con ellos como colaboradora y contribuyendo a la apuesta por el humanismo en la psicoterapia.
A lo largo de estos últimos años se ha ido gestando en mí el deseo de construir un espacio para el encuentro grupal que facilite el camino del autoconocimiento, la ampliación de la conciencia y el desarrollo de la persona en el sentido más amplio. Es así como he creado AGUA Espacio psicoterapéutico para el encuentro grupal. Una fuente en mí vida que contribuye a mi felicidad y al claro camino de sumar en conocimiento, creatividad y humanidad.
En todo este tiempo hasta la fecha he tenido la suerte de encontrarme con personas maravillosas que han sido compañeros y amigos, algunos considerados verdaderos maestros y, otros, terapeutas y colegas de vida que han ido trabajando y creciendo conmigo y de los que, todos ellos, sin ninguna duda, me han ayudado a ser cada vez más libre, más humana y más feliz.